Estreno esta sección en la que iré dejando textos de amigos que tienen la generosidad de prestarme parte de ellos con su escritura. La estreno de la mejor manera posible; con un texto de Alena Collar.
En esas piedras en las que rezuma el agua de tantos años
Nos hemos ido dejando la vida sin cuidado ni prisa;
En las laderas que llevan a la colina donde los sauces
Cabecean sin sueño por alamedas verdes en el otoño,
Y en los claros días, esos claros días de luz y ojos abiertos,
Por donde transitar era tan fácil como contar los guijarros
Que atesorábamos en un arcón sin cerraduras ni óxido.
Está tan cercano el lugar de donde venimos que nunca
Lo hemos perdido a pesar de alejarnos tanto en ocasiones;
Las luces del pueblo siguen brillando al anochecer, tenues
Entornando la vuelta en una esquina sin aristas ni rozaduras.
Nos fuimos dejando la vida en esquinas sin luna ni viento,
Y pareció que las palabras ya no eran las mismas de entonces,
Y que el arco iris nunca más brillaría en el cielo atardecido,
Porque las manos portaban más arrugas y los dedos más cansancio.
Y ahora que sabemos el frío de los climas del hielo, y la nieve,
Y los carámbanos sobre las chimeneas todas que amamos,
Vemos pasar vencejos que vuelan en la oscuridad
Como enseñándonos nuevamente el camino para llegar a casa.
Nos hemos ido dejando la vida a veces sin saberlo, tan olvidadamente,
Como si tuviéramos toda la vida para recuperarla a tiempo del tiempo;
Y ahora que volvemos por la ladera que atraviesa la colina,
Siguen allí las alamedas verdes y los sauces que cabecean en otoño.