A pesar de todo,
trataré de retenerte cada día.
Olvidaré tus gritos y silencios,
alumbraré cada mañana tu sonrisa.
Seré ciega, sorda, muda, si tú quieres,
ni siquiera mi sombra tendrán que ver tus ojos.
Mi voz se oirá tan solo
cuando tú lo permitas.
Así, tal vez, consiga retenerte.
Así, tal vez, permitas a mi olor
que perfume de azules olvidados,
los oscuros rincones de tu vida.
21 de agosto de 2002