Sabina, Madrid y yo (con su permiso…)
Le canta Sabina a Madrid a mis espaldas, su ronquera amasada en noches de calles prohibidas rellena el aire libre que rodea los pocos muebles que representan mi otra vida. Su voz se instala en el estómago, sube hasta la garganta, dispara mis pies y brilla en mis ojos.
Descubro en su voz y en la cadencia de sus notas un erotismo agazapado que libera esa parte de mí aún por descubrir. Esa que me dice que soy mucho mas lo que deseo ser que lo que de verdad soy. Y la mañana pasa como la vida, en pijama y todo por hacer.
Junio 2008