Mi infancia son burbujas de olor
que a veces estallan
y salpican el aire con gotas de ayer,
juegos de niños y viejos deseos,
tal vez inventados.
Es tan fuerte el aroma,
tan claro el recuerdo,
tan hoy el pasado…
Y me siento de nuevo pequeña:
a mi paso voy pintando casitas, estrellas,
cielos de colores, un río de plata,
Lunas sonrientes y Soles con cara.
Es olor a pereza, olor a mañanas.
Son olores de siesta en la era, olor a caballos.
A trillo y botijo.
A manzanas verdes y moras de árbol.
A lluvia en verano.
A lectura tranquila bajo la sabina,
respetando sueños de hombres cansados.
A juego de niños en montañas de paja.
A trigo masticado, a jara y romero
que visten los campos de blancos y malvas.
Es olor de aquél chopo del río
de cómplices ramas,
abrigo de amores
de aquellos veranos,
amores perdidos,
que hoy son ya, tan sólo nostalgia.
13 de octubre de 2002