Apenas levanta medio metro
su cuerpo de tabaco y luna nueva.
Su cabeza
un mar de caracolas,
con sus cuernos al Sol,
teñidos de arco iris.
Me miran a escondidas
sus ojos de cuero ennegrecido.
Y deseo que entienda mis palabras,
mi pobre idioma de triste y simple adulto.
No ha hecho falta,
alargué mi mano hacia su mano,
y en su mirada vi, inundando mi vida para siempre,
como jugaban al corro mil sonrisas.
24 de agosto de 2002